Chorrean palabras simples en la mente de uno. Sientes que el papel en blanco te desafía al duelo. Tu con él, esa batalla que siempre ganarás cuando le clavas la tinta y le hieres con rayajos sin sentido. No te va a hablar, pero sí te indicará la arritmia del trazado. Se para el bolígrafo, con indignación y alevosía, ya que no quiere seguir siendo cómplice de este homicidio. Su sangre azul no le permite ser desleal ante tal objeto inanimado. Pero le obligamos, le secuestramos para aplicar la peor tortura que ha inventado la humanidad.
Escribimos para estar por encima de las cosas, para creernos superiores al destino. Nuestro ego se eleva para ser entronado, y buscar la mayor alabanza de nuestros superiores. A aquellos que nosotros hemos llevado al reino del “todo poder”.
Nos olvidamos de nuestra esencia, de ser uno más entre todos los mortales. Nos da igual. Lo importante es tener un bolígrafo en mano y papel en blanco para crear nuestro “Yo”, y con él buscamos el amparo cálido de nuestra gente.
Guillermo Blanco
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